Es bien conocido que Estados Unidos se encuentra atravesando la crisis más importante de su historia desde (creo) la de los ’30; aunque en aquel momento fue causada fundamentalmente por el exceso de oferta en bienes de capital y en este caso por una crisis financiera en el mercado inmobiliario.
La crisis viene dada por una falta de liquidez de las empresas Fannie Mae y Freddie Mac quienes actualmente participan con casi la mitad del mercado inmobiliario secundario, es decir, donde se compran las hipotecas a quienes les prestan el dinero a los consumidores finales. Si estas empresas no pudieran pedir créditos, o se les volviera demasiado costoso, no serían capaces de comprar hipotecas de prestamistas. Esto dificultaría y, tal vez, impediría a la gente obtener hipotecas, lo que podría colapsar el mercado de viviendas.
Las alternativas que el país tiene de evitar este problema no son muchas:
- Estatizar estas empresas, lo que le implicaría al Gobierno elevar en una cuantiosa suma la deuda que mantiene el país, aumentando su riesgo país (si, ellos también tienen) desalentando la inversión financiera y el resguardo de capitales en ese país, que es uno de sus principales motores del desarrollo.
- Inyectarles capitales, es decir, prestarles plata a una tasa relativamente baja. Esto es, ni más ni menos, que un aumento de la base monetaria circulante y eso genera inflación lo que haría devaluar la moneda norteamericana.
- Por supuesto, siempre existe la opción de no hacer nada, que por lo que tengo entendido es la única que no se evaluó pero que puede llegar a causar una recesión como hace más de setenta años que Estados Unidos no tiene.
Si bien aún no se ha tomado ninguna decisión al respecto, el hecho de que sean las alternativas en danza empieza a repercutir en las expectativas de las personas, generando un efecto de “profecía auto cumplida” y se comienzan a observar lentamente un incremento de los dos primeros efectos negativos.
Independientemente de la decisión que se tome, me atrevería a vaticinar que nos encontramos ante el principio de un proceso de desprestigio del dólar en particular y de los mercados norteamericanos en general que, sumados al auge del euro y al crecimiento de las economías asiáticas, podrían por terminar desbancando al dólar de su trono como moneda de referencia mundial.
Por supuesto, todavía existe la posibilidad de que la creatividad del Gobierno logre encontrar alguna alternativa distinta a las que vienen evaluando y que en este espacio he destacado. En todo caso, es cuestión de armarse de paciencia y esperar, por lo pronto yo tomaré mis recaudos en cuanto a esta moneda.
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Hace 15 años